INFOTEC: Alfabetización Tecnológica en México

México fue fundado en el centro de un lago sobre un islote en 1325 por una tribu nómada proveniente de un lugar conocido como Aztlán, el lugar de la blancura. Tras la imposición militar de esta civilización sobre otras que ya habitaban desde antes la región, fue aumentando su territorio a lo largo de ciclos de 52 años, tras los cuales, según su creencia, el universo llegaba a su fin y volvía a comenzar nuevamente. Así prosperaron los adoradores de Huitzilopochtli, el dios de la guerra, hasta que aparecieron una serie de presagios que anunciaban el fin de su imperio y la llegada de hombres blancos y barbados provenientes del otro lado del océano. A partir de 1521, los españoles impusieron a los habitantes del territorio de Moctezuma un nuevo gobierno durante los próximos 300 años después de su llegada. Sería hasta 1821 con la consumación de la independencia peninsular y cien años más tarde con la revolución mexicana, que se daría paso a una nación en vías de progreso y reordenamiento. Fue durante la configuración definitiva del Estado Mexicano, cuando se concibieron una serie de Secretarías, Organismos, Institutos y Consejos en los que el enorme presupuesto nacional, fruto del esfuerzo colectivo bajo el nombre de erario público, pudiera disponerse para otorgar al pueblo bueno, las promesas de paz, orden y progreso vigentes desde la dictadura que provocó la revolución. De tal manera que se ideó una estructura colosal encaminada al logro de tales méritos, y dentro de esos ideales, la ciencia y la alfabetización tecnológica eran codiciadas como parte de un necesario desarrollo en pos de la modernidad y la apertura de México al panorama global.
Un buen Consejo
Así fue como en 1970 fue creado el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, como un organismo público descentralizado del Estado, con autonomía técnica, operativa y administrativa, para articular las políticas públicas del gobierno federal y promover el desarrollo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación a fin de impulsar la modernización tecnológica del país. Desde su creación hasta 1999 se presentaron dos reformas y una ley para coordinar y promover el desarrollo científico y tecnológico en nuestro país y en 2002 se promulgó una nueva Ley de Ciencia y Tecnología. Mejor conocido como el CONACYT, este organismo es el responsable de posicionar a México como una república tecnológica y científica, capaz de brindar al mundo grandes avances e inventos, como lo han sido: la televisión a color, la píldora anticonceptiva o la máquina de tortillas, todos inventos de ilustres mexicanos. Sin embargo, la Cuarta Transformación, slogan del nuevo gobierno mexicano, pareciera coincidir con una tendencia global llamada La Cuarta Revolución Industrial (y a la que dedicaré un próximo artículo) por lo que la purga política ocurrida recientemente en dicho Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, llega en el mejor momento, si es que en verdad deseamos seguir el derrotero de los avances alfabetización tecnológica a escala planetaria.
Brechas
Uno de los pilares de la educación no oficial en México supone que otorgar el conocimiento de la alfabetización tecnológica a la población menos favorecida, contribuirá a reducir eso que algunos han llamado “la brecha digital”. Aunque siendo honestos, en un país con los estándares de pobreza que tiene México, donde hay regiones y núcleos de población que se encuentran en auténticos abismos de progreso, es sorprendente verificar que los mexicanos que viven ahí, a pesar de las carencias alimentarias y económicas evidentes, tienen smartphones y acceso a internet, aunque no lo utilicen en todo su potencial y no aprovechen todas sus posibilidades. Incluso podríamos decir que la brecha digital no se refiere sólo al acceso a internet y a equipos de cómputo, sino a la ignorancia preexistente sobre el uso y los alcances de esas herramientas.
Derivaciones
Existe una rama del CONACYT llamada INFOTEC que se encarga de la administración de un proyecto que cumple con el objetivo de lograr no sólo superar la brecha digital, sino también, de conducir a los usuarios de las nuevas tecnologías para obtener de ellas el mayor provecho. INFOTEC, Centro de Investigación e Innovación en Tecnologías de la Información y Comunicación tiene como misión hacer posible que las organizaciones y las personas se desarrollen mediante la apropiación de las TIC. Se trata de una institución con más de 40 años de vida dedicada, en sus sedes de Ciudad de México y Aguascalientes, a la instrumentación de proyectos clave para acelerar el progreso de México hacia la sociedad de la información y el conocimiento. Lo anterior, mediante una oferta académica de posgrados (siete maestrías y un doctorado), única en México, dirigida a desarrollar las habilidades y competencias que la industria de las TIC demanda. Una de sus sedes se encuentra en la zona sur de la Ciudad de México, en una región conocida como Tlalpan, que en lengua indígena quiere decir: “Sobre tierra firme”, algo significativo y hasta propiciatorio, si hablamos sólo desde el punto de vista lingüístico. Mientras que la otra ocupa una zona de la capital de Aguascalientes conocida como el Circuito Tecnopolo Sur, en Pocitos, Aguascalientes, lugar por demás privilegiado en la tierra que viera nacer a uno de los grandes artistas gráficos en mi particular punto de vista: José Guadalupe Posada.
Oferta académica
INFOTEC ofrece programas en dos modalidades: en línea y presencial, en cualquiera de sus sedes en la Ciudad de México y Aguascalientes. Los posgrados que ofrece son: Maestrías en Ciencias de Datos, Dirección Estratégica de las Tecnologías de la Información y Comunicación, Ciencia de Datos e Información, Derecho de las Tecnologías de la Información y Comunicación, Gestión de Innovación en las Tecnologías de la Información y Comunicación, Sistemas Embebidos y Regulación y Competencia Económica de las Telecomunicaciones. Mientras que además ofrecen un Doctorado en Ciencias de Datos.
Cuestiones delicadas
Ahora bien, aunque las propuestas de INFOTEC son bastante claras y ambiciosas, quedan pendientes algunos puntos de partida desde el sentido común. Por ejemplo, ¿cuáles son las alternativas para llevar la tecnología a la población que nunca ha estado en contacto con ella? Una pregunta que además de ser hasta cierto punto evidente, nos pone en una perspectiva, sobre todo si los lectores de estas líneas se consideran nativos digitales, es decir, nacieron en la década de los 90 y desde muy pequeños tuvieron contacto con devices y antes que preguntarle a cualquier otra persona, sus primeras consultas de cualquier asunto las dirigieron a la web. Pues bien, imaginemos por un momento que hay personas que vieron llegar a las computadoras como algo ajeno, incluso aterrador hasta cierto punto. ¿Cómo generar en esas generaciones la confianza necesaria para que se decidan a usar o aprender a usar la alfabetización tecnológica? Y más aún, ¿qué páginas, programas o dispositivos enseñarles? Eso es parte de lo que llamamos la alfabetización tecnológica, y es un escenario retador si consideramos que muchas personas que ahora se encuentran en edades que rondan los 60 o 70 años, tienen tiempo libre y poder económico suficiente para adentrarse en el panorama digital, pero les es ignoto lo que conlleva, incluso saber que pueden poseer una identidad virtual, un alter ego que los representa en lenguajes binarios y que los algoritmos se utilizan como snack de datos.
Los ideales de la vida digital
Ahora bien, suponiendo que ya hemos logrado que más sectores de la población, superando las barreras socioeconómicas y generacionales, tengan acceso a internet y lo utilicen regularmente hasta que se vuelva parte de su vida, lo que nos resta por resolver es para qué lo usarán. Cierto que así como existe una libertad de elección en la vida cotidiana, en la vida digital debe haber algo así como un libre albedrío: conéctate y anda, explora la web, para eso existe, toda la información y los contenidos están ahí para ti. Sin embargo, no deja de llamar mi atención una frase que escuché alguna vez de un amigo, que se refería a que debería de existir alguna regulación sobre el uso, las horas que se invierten y las páginas que se visitan en internet. Evidentemente, esto podría volverse banal y aunque no todo es porno en la web, o páginas ilegales o que fomenten el odio o las conductas moralmente incorrectas, ciertamente, el ocio y la vulgaridad también abundan en la marea virtual. ¿Cómo fomentar el uso moral de internet? Será un tema venidero en este espacio.
Dígitos innúmeros
Son muchas las posibilidades de la era digital, tantas como el número de personas que se pronostica para el año 2020 estarán conectadas a internet alrededor del mundo: 4.1 billones (millón de millones). En lo que a México respecta, según el periódico El Economista en cuanto a la conectividad en los hogares por estado, Sonora es la entidad con la proporción más alta (81.4%), lo que representa 28.5 puntos porcentuales por encima del promedio nacional. Por lo que Sonora, Baja California Sur, Quintana Roo, Baja California, Nuevo León, Ciudad de México, Sinaloa, Jalisco y Colima son las entidades donde más del 60.0% de los hogares disponen de conexión a internet. Aunque las entidades con la menor disponibilidad de este servicio son Oaxaca y Chiapas, con proporciones del 29.5% y 24.6%, respectivamente. Lo que no deja de ser interesante, si recordamos que son los estados de la república mexicana menos favorecidos económicamente y donde mayor número de revoluciones ideológicas han ocurrido a lo largo de la historia nacional. Es como si el acceso a las tecnologías frenase de alguna manera los brotes contestatarios a la ideología imperante.
Accesos y excesos
Las cifras son claras al respecto: 90% de las personas usa internet con fines de entretenimiento y solo 15% ha hecho una operación financiera y bancaria vía digital. Es decir, existe también algo que se ha dado en llamar “analfabetismo digital”, lo que resulta interesante si consideramos que una cosa es tener acceso a la red, pero otra muy distinta es para qué, con qué finalidad y qué tanto provecho se saca de las horas diarias en línea. Y es que tener internet no garantiza un status o un valor, sino que muchas personas son auténticos adictos a la conectividad y han dejado de lado relaciones personales y humanas, por preferir navegar, y no siempre contracorriente…
Veredicto y expectativa
Después de escribir estas mínimas notas sobre la alfabetización tecnológica en México y sus posibilidades, considero un proyecto positivo el Laboratorio de INFOTEC, y que gracias al CONACYT, las ideas de llevar las herramientas tecnológicas al resto de la población que no figura en el panorama de smart citizen (estudios superiores, multiculturalidad, nivel socioeconómico alto, conectividad permanente, etc.) pueden traer beneficios no sólamente en el campo educativo, sino además en el plano creativo. Otros proyectos derivados, como liks.co que en una nota futura daré a conocer, tienen como punto de partida el emprendimiento a partir de un perfil social emparentado con la tecnología, por lo que salvar esa falta de aprovechamiento en el siglo XXI nos permitirá como nación poner al ingenio mexicano en el panorama en donde siglos atrás, hemos dotado al mundo de invenciones, propuestas y ventajas que la era digital recibirá de buena gana, una vez que nuestra brecha sea salvada y aportemos soluciones y sigamos uniendo puntos equidistantes.